domingo, 31 de mayo de 2009

"Llegar a viejo" - Juan Serrateó

EL ABUELO
Los geólogos andaban persiguiendo los restos de una mina de cobre que se había llamado Cortadera, que había sido y ya no era y que no figuraba en ningún mapa.
En el pueblo de Cerrillos, alguien les dijo:
- Eso, nadie sabe. El viejo Honorio, quien sabe si sabe.
Don Honorio, vencido por los el vino y los achaques, recibió a los geólogos echado en el catre. Les costó convencerlo.
Al cabo de algunas botellas y de muchos cigarrillos, que sí que no, que ya veremos, el viejo aceptó acompañarlos aldía siguiente.
Agobiado, a los tropezones, emprendió la marcha.
Al principio, andaba a la cola de todos. No aceptaba ayuda ya había que esperarlo.
A duras penas consiguió llegar hasta el cauce seco del río.
Después, poquito a poco, pudo afirmar el paso. A lo largo de la quebrada y a travez de los pedregales, el cuerpo doblado se le fue enderezando.

- ¡Por ahí! ¡Por Ahí! – señalaba el rumbo, y se le alborotaba la voz cuando reconocia sus lugares perdidos.
Al cabo de un día de caminata, Don Honorio, que había empezado mudo, era el más conversador. Iba subiendo lomas y remontando años: cuando bajaron al valle, él marchaba por delante de los jóvenes exaustos.
Durmió de cara a las estrellas. Fue el primero en despertarse. Estaba apurado por llegar a la mina, y no se desvió ni se distrajo.
- Ese es el trillo de la excavadora – señaló. Y sin la menor vacilación, ubicó las bocas de los socavones y los lugares donde habían estado las mejores vetas, los fierros muertos que habían sido máquinas , las ruinas que habían sido casas, los secarrales que habían sido vertientes de agua. Ante cada sitio, ante cada cosa, Don Honorio contaba una historia, y cada história estaba llena de gente y de risa.
Cuando llegaron de regreso al pueblo, él ya era bastante menor que sus nietos.

Eduardo Galeano
Bocas del Tiempo / Pág. 29

LLEGAR A VIEJO
Letra y Música Joan M Serrat
CD Bienaventurados / 1987
Arreglos y Dirección Musical Richard Miralles

Si se llevasen el miedo,
y nos dejasen lo bailado
para enfrentar el presente...
Si se llegase entrenado
y con ánimo suficiente...

Y después de darlo todo
–en justa correspondencia–
todo estuviese pagado
y el carné de jubilado
abriese todas las puertas...

Quizá llegar a viejo
Sería mas llevadero,
Más confortable,
Más duradero.

Si el ayer no se olvidase tan aprisa...
Si tuviesen más cuidado en donde pisan...

Si se viviese entre amigos
que al menos de vez en cuando
pasasen una pelota...
Si el cansancio y la derrota
no supiesen tan amargo...

Si fuesen poniendo luces
en el camino, a medida
que el corazón se acobarda...
y los ángeles de la guarda
diesen señales de vida...

Quizá llegar a viejo
Sería mas razonable,
más apacible,
más transitable.

¡Ay, si la veteranía fuese un grado...!
Si no se llegase huérfano a ese trago...

Si tuviese más ventajas
y menos inconvenientes...
Si el alma se apasionase,
el cuerpo se alborotase,
y las piernas respondiesen...

Y del pedazo de cielo
reservado para cuando
toca entregar el equipo,
repartiesen anticipos
a los más necesitados...

Quizá llegar a viejo
sería todo un progreso,
un buen remate,
un final con beso.

En lugar de arrinconarlos en la historia,
convertidos en fantasmas con memoria...

Si no estuviese tan oscuro
a la vuelta de la esquina...
O simplemente si todos
entendiésemos que todos
llevamos un viejo encima.

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