miércoles, 10 de junio de 2009

“Roberto Salvatierra, un nueve aguerrido, goleador y sensible”-Rubèn Damore

Roberto Salvatierra había sido vendido al terminar el año al San Pablo de Brasil. Era un nueve de un metro noventa, corpulento y con buen cabezazo. En el campeonato argentino había convertido veintiún goles en diecinueve partidos. Se lo llevaron enseguida en una transacción rápida y él estaba seguro que triunfaría.
Ese año había sido muy importante. Sumado a su éxito futbolero, se había casado con el amor de su vida, arrancó el torneo jugando para el equipo que luego salió campeón y además, Verónica, su flamante esposa, en septiembre quedó embarazada. Dentro de su vientre latía otro corazón y Salvatierra, que en la cancha se comía a los contrarios, que llevaba la bandera de la lucha, que era feroz, aguerrido y peleador… pero muy sensible, ese día se desarmó. Cuando recibió el llamado en la concentración la alegría lo desbordó, las palabras no salieron y las lágrimas humedecieron sus mejillas.
-Estás segura Vero? No te habrás equivocado?
Llegó diciembre y partieron a Brasil. Allí la soledad de Verónica hizo que retoño y madre se unieran más que nunca. Le hablaba, le ponía música suave e imaginaba sus ojos y nariz como los de Roberto y de ella solo pretendía su carácter, su bonomía. Lo soñaba varón corriendo tras una pelota o mujer peinando muñecas, con el camisolín en un acto patrio llevando la bandera, por las tardes en los juegos de una plaza, ensuciando su boca con las primeras papillas. Quería que fuera argentino, naciera en Lanús, ‘su lugar en el mundo’, la ciudad que la vio crecer y que diera a luz en junio como pronosticó su obstetra. Una mañana lo despertó. Había sentido un golpeteo en su interior. Inmediatamente Salvatierra acarició la tersa piel de su mujer, sintió esas patadas infaltables de los bebés y ya no pudo contener las gotas que se desplomaban de sus ojos. En cada gol suyo del Sao Paulo, el gesto era el mismo: escondía la pelota debajo de la camiseta y buscaba en la platea a Verónica arrojándole un beso.
A mediados de mayo viajaron a Argentina. Durante el vuelo él hablaba de su herencia de sangre como un varón, quería que fuera médico, abogado o tal vez futbolista... no le interesaba, solo que fuera un sensible como él.
Rompió bolsa o, como dicen en España ‘rompió aguas’ un dos de junio. Salvatierra ingresó a la sala de partos para presenciar el momento más hermoso que puede vivir un hombre.
A medida que por la cavidad asomaba el nuevo ser, el corazón del padre latía como un bombo batido en el medio de la tribuna y sus manos acariciaba la cara sufriente y transpirada de Verónica. El médico gritó: -Nena!!! Salvatierra estaba feliz. -Es como vos!!!! Es tan bella!!
Horas más tarde, solo los tres en la habitación, mientras la beba intentaba mamar, Verónica lagrimeaba porque sabía que él deseaba un varón. Pero él, emocionado le dijo: -Estoy seguro que el próximo será varón, ahora, ahora estoy feliz con mi princesita.


Dedicado a todos aquellos que se "hacen los duros...". Tema musical "Aprender a mirar", grupo coral "Cantares" - Lomas de Zamora.
Si querés disfrutar el tema, ingresá a http://www.youtube.com/watch?v=nvNTdv4rubE

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