miércoles, 26 de agosto de 2009

"Asignatura pendiente" - Rubén Damore


En su imponente oficina, una vez más, se cerraba otro acuerdo sumamente redituable con un apretón de manos, luego de firmar un contrato en una extensa mesa de cedro cubierta por varias capas de laca, que la asemejaban a un lago brillante y calmo, donde danzaron cifras de varios ceros a la derecha. El ventanal del piso veintisiete lo hacia sentirse omnipotente, como si el río marrón y bravío que bañaba Buenos Aires, estuviera incluido en su patrimonio. Y con ese aire de señor feudal se hizo cargo de un nuevo banco.
Aquel multimillonario acababa de adquirir por poco valor otra empresa a la que él seguramente, potenciaría para que, en breve, sus cuentas desbordaran ganancias. Tenía la secreta convicción que el poder se definía con dinero, que todo tenía su precio y cada capricho que se le cruzara por su cabeza, se solucionaba con ello. Poco le interesaba si el negocio era redituable para su país, si el cierre de una de sus inversiones dejaba a cientos de familias en la calle o contaminaban un pueblo. No importaba. Con algunos pesos, perversos políticos y periodistas reinventaban vericuetos para que él quedara bien parado y todo el problema se lo cargara la coyuntura que clamaba el gobierno de turno. El poder lo tenía enceguecido, el incremento de sus bienes lo tenía abstraído, lo alejaba irremediablemente de su corazón. Ese que latía vacío, y cada tanto le cuestionaba aquella historia que no había podido cerrar y que se convertía en su asignatura pendiente.
Un día, trotando por el parque, sintió un fuerte dolor en el pecho. Sus pocas fuerzas no le permitieron solicitar ayuda. Poco a poco se sintió como dormir, perderse en la inmensidad sobre el césped frío y húmedo de una fresca mañana de agosto.
El beep-beep del monitor cardiológico de ese hospital abandonado a su suerte, casi como él, lo despertó.. Intentó erguirse pero no pudo. Se encontró sobre una cama alta, rodeada de azulejos blancos, cercana a una ventana que daba a un sucio patio interno. Enseguida sintió una presión en el pecho que lo acostó nuevamente. Su estado delicado, su carácter irascible y la falta de documentación, no permitieron trasladarlo... Miró a su alrededor y vio a una enfermera inyectarle algo en el suero que pendía de su brazo.
Había perdido la dimensión de su realidad. Entre nubes blancas, se vio niño, luego adolescente y descubrió aquellos labios enternecidos que parecían olvidados. Para él la palabra hacía tiempo que no tenía valor, ni siquiera aquella promesa hecha con voz trémula, en una vieja estación de tren de un pueblo rural. Una sola imagen habitaba su mente, esa joven de cabellos lacios, delgada y morena que lo saludaba desde el anden aquella tarde de lluvia donde le juró esperarlo por siempre.
La sensación de soledad extrema lo invadió por completo. Tomó conciencia de todo lo que había perdido cuando eligió vaciar su corazón y llenar sus bolsillos. Pensó: "Aún estoy a tiempo, regresaré a buscarla" y volvió a dormirse pero esta vez el beep- beep dejó de escucharse...

Dedicado a los que luchan por lo material olvidando sus raíces. Tema musical "Asignatura pendiente", cantautor Ricardo Arjona.

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