miércoles, 29 de abril de 2009

“Te quiero…” -Rubén Damore







El fútbol había pasado por mi vida como una estrella fugaz. Sólo me había servido para sembrar de amigos el camino, para aprender a ser solidario, para tragarme todo el sol y el frío en distintas tardes, para divertirme en potreros inservibles pero sobre todo me sirvió… para conocerte porque eras de allá... de nuestro barrio...
Hoy los recuerdos se me presentan fugitivos, repentinos, casi dudando si realmente algunos los viví o si fueron producto de mi imaginación. Las contradicciones a las que me someto y yo mismo descubro como tonto al ver tu rostro sonreír.
Todos estos años pesan y hacen que a este viejo cuerpo se le opriman los hombros, le duela la cintura, hagan mis pasos más lentos, no pueda leer ni escribir sin ayuda de mis viejos anteojos, ésos que abandono en diferentes lugares y que siempre vos, como duende inquieto, encontrás inmediatamente para evitar mi rabieta de pensar el solo hecho de haberlos perdido.
Nuestros pichones ya son grandes aves y volaron a sus nidos Cada tanto aparecen y la vida nos florece como cuando rompieron el cascarón de tu vientre, cuando la vida se les apareció de golpe para endulzarnos la nuestra, para llenar cada uno de nuestros momentos.
Y un día... un día nos quedamos solos en una inmensa casa, tamaña dimensión como el amor que aún seguimos manteniendo y que cada rincón refleja como un espejo.
Y mirá que pasa el tiempo pero la belleza de tu alma no cambia…
Hoy quiero decirte esas dos palabras que, pucha, ¿ves? me cuestan tanto decirlas como cuando tenía apenas quince años…
Es que en todos este tiempo preferí ser fruta inmadura ante tu madurez, parecer sombra ante la brillantez de tu imaginación, ser lágrima para que tu sonrisa la secara, rodearte de quimeras para que las tornes realidad.
Hoy es domingo. Bien temprano. Uno más de los que le ganamos a la vida. Entonces quise sorprenderte. Porque, aunque esta memoria bastante me falla, me recordaba que hoy cumplíamos cincuenta y dos años juntos.
En este momento, estás dormida.
Sigiloso voy hasta la cocina; preparo un maté sabroso y humeante como a vos te gusta, armo una bandeja reuniendo todos los desayunos de la vida junto a un pequeño papel en el que escribo esas dos palabras, ésas que hoy me salen desparejas y mal alineadas, un poco por no poder mantener firme el bolígrafo y otro tanto por la emoción.
Entonces... voy a tu encuentro...

Dedicado a Alberto Cortéz y a todas aquellas parejas que ya superaron el oro de sus bodas y perduran a través del tiempo…. Tema musical: "Amor, mi gran amor" de Alberto Cortéz.

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