miércoles, 22 de abril de 2009

"Chocolate derretido..." - Rubén Damore

Quise darle una sorpresa como sucedía algunas veces, aunque, ahora que lo pienso, hacía más de dos años que no ocurría.
Quise que la sonrisa me la dedicara a mí esa tarde. La necesitaba para cubrir el vacío de un día laboral estresante y sin cariño.
Quise que ese atardecer se apagara volviendo a casa desde el colegio por las veredas del barrio, volver cargando esa mochila adolescente sobre mi hombro, pesada, llena de útiles y carpetas, de marcas con fibrón en su exterior, con el típico olor a secundaria que recordaba lejana a la mía.
Quise, además que la gente sintiera esa envidia sana que se mezcla con la alegría de volver juntos charlando con su propia sangre, como dos adolescentes, de temas variados y sin final anunciado.
Le había comprado un chocolate, ese Biznike que tanto le gustaba y que comenzaba a ablandarse en mi bolsillo del saco de tanto darle vueltas con las manos. La esperaba en la vereda de enfrente, justo al lado del quiosco.
El portón del colegio se abrió. La salida fue multitudinaria y en puntas de pie traté de adivinar su cabello, su rostro… algo que la distinguiera de esos cientos de uniformes azules.
Se dispersaron rápidamente. Unos en auto, otros a la parada del colectivo y algunos caminando. Pude distinguirla entre un grupo mixto de aproximadamente diez.
Feliz apuré el paso y cuando iba a gritar su nombre, descubrí su mano izquierda aferrada a la derecha de un muchachito.
Me quedé paralizado. Sentí cierta vergüenza y decidí cambiar el rumbo para evitar cruzarlos.
En esas cuadras de regreso a casa, su vida transcurrió por mi cabeza como un flash.
En la sala de parto, la neonatóloga entregándomela y yo, temeroso, tomándola en mis brazos mostrándola a la familia a través del vidrio de la nursery. Su primer dientito. La palabra “PAPÁ” desarmándome el corazón a los 10 meses. Los primeros pasitos. Las salidas a la plaza. Su manita apretando la mía cuando se oscureció el cine, la visita a la clínica para conocer a su hermanito, su comunión… la entrada a la fiesta de quince…
Qué veloz el tiempo. Que implacable fue que todo aquello hoy me parecía lejano.
Cuando al entrar a casa de mi boca las palabras se tropezaban contándole lo visto a mi señora, cómplicemente sonrió y solo atinó a decirme:
-¿Te hago unos mates...? ¡¡¡Rubén… ¡¡la nena ya cumplió dieciséis…!!!

Dedicado a los padres de todas las épocas y rincones que siguen sintiendo sensibilidad por sus hijos.Tema musical: Letra y voz de Víctor Heredia "Solo tiene 16".

Rubén Damore

SOLO TIENE 16
Si yo le cuento que este mundo fue
En cierta forma y desde mi experiencia
Mucho mejor hasta mi adolescencia
Ya que en verdad era un poco más sano
Me sonreirá y tomándome la mano
Dirá que fuimos los que lo inventamos
O por lo menos los testigos fieles
Del deterioro del que nos quejamos
Y yo que sé que el argumento vale
Busco enseguida una razón sin fé...
pero la miro y tiene 16
Si le sugiero que tenga cuidado
Que bajo alguna piel de oveja hay lobos
Con ese afán del que gozamos todos
De irles limpiando con la lengua el lodo
Me abrazará y besándome en la frente
Dirá que yo tuve experiencias malas
Que nunca supe distinguir amigos
Y que confundo culos con ombligos...
Pero que igual sigo siendo su Rey...
pero la miro y tiene 16...
Debiera, es cierto, comprender que a veces
Hay que confiar en lo que se ha sembrado
Pero este mundo está tan dislocado
Y uno pelea por cambiarlo en vano
Ella camina por un valle incierto
Como una Flor perfumando el desierto
Tiene en sus ojos sed de puertos nuevos
Y yo que nunca he sido un santo muero
Es obviamente toda una mujer...
pero la miro y tiene 16...
Yo que pregono un mundo liberado
Trato de actuar de modo a lo acordado
Le doy licencias pese a mis temores
Septiembre siempre costó algunas flores
Ella me alienta con sabiduría
Tiene un discurso tierno y colorido
Descubre su alma y es el alma mia
POR ELLA SÉ QUE NO HAY NADA PERDIDO
Yo mismo puse alas en sus pies...
pero la miro y tiene 16...

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