miércoles, 18 de febrero de 2009

"No hay amores imposibles" -Rubén Damore










Soy un hombre mayor, casi con la edad de haber doblado el codo y encarando para el disco, pero de vos guardo un recuerdo inolvidable.
Te conocí de pibe, deambulabas por todo el barrio, eras la más conocida, la más querida.Encerrabas un misterio. Competíamos con el resto de los amigos para ver quien te quería más.Sabemos que en la infancia estar enamorados es una rara mezcla de amor y miedo.Ya en mi adolescencia coincidimos y fuimos casi uno.
Recuerdo que compartimos momentos gratos e ingratos. En mis tardes de mayor inspiración, tocarte era como acariciar la luna, era como llegar al cielo. Y si venía rechiflado te trataba mal, te denigraba... pero nunca te alejaste de mí. Al contrario.
En la próxima cita, estabas igual que siempre, tersa, suave y dispuesta a recibirme.Nos divertimos, fuimos felices y creo recordar allí los mejores años de mi vida.Fuiste y sos el amor más grande de mi vida pero... llegó un día que comencé a perderte. Cada vez te veía menos, cada vez te sentía más lejana.Y una vez tomé la decisión. Ya no volví a tu encuentro.
Te descubría reluciente en la televisión, otros te nombraban en la radio... otros te amaban como yo hubiese querido... Trataba de evitarte.
Presentía y añoraba algún día volver a estar juntos, pero aún no era el momento, otras realidades me rodeaban. Mis años declinaban el reencuentro. Yo, un viejo de los años barriales y vos siempre tan radiante.
Pero una mañana, un día de abril, alguien tocó mi puerta. Un hombre de cara ruda y corazón grande preguntó mi nombre y apuntó conocerme de antaño. Dijo que debería recomenzar un romance, que la vida siempre da una oportunidad más. Él me contó que vos me estabas esperando, ansiosa, ávida. Que debía ir. Que iba a ser maravilloso.
Acudí a la cita ese sábado, nervioso y con cosquillas en la panza como en la mocedad de mi pubertad pasada.
Te vi. Caminé lentamente hasta toparme con tu figura geométrica y hasta casi me pareció descubrir tu sonrisa. Te tomé entre mis manos, te apretujé, te besé como en los viejos tiempos, me permití acariciar tus redondeces, casi impolutas a través del tiempo. Tu perfume era casi el mismo.
Y perdoné tus viejas rebeldías... es que arrastramos a cuestas el idioma de la infancia, llegaste para darle cobijo al desánimo de mi corazón... Y... ahora sí... estoy seguro que me dolería si te dejara.... pero me moriría sin vos...
Una veintena de chicos aguardaban en el círculo central de la cancha sobre el verde pasto con un arco iris de camisetas... Te puse debajo de la suela y de un toquecito te impulsé hacia ellos.
(2do. Cuento de "Historias en el aire" 17-2-2009 con final de 'Serenata para la tierra de uno' de
María Elena Walsh, interpretado por el Cuarteto Zupay)


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